COLEGIO DE PUBLICISTAS DE CHILE

Profesionales al Servicio de su Comunidad

El Colegio de Publicistas ha ido logrando una legitima representatividad, alcance y voz, pero aún hay muchos que nos escriben y preguntan: ¿Qué gano yo con inscribirme y participar?.

Un gremio que se ha dedicado a traducir en “entretenido” los mensajes, objetivos, estrategias y planes de pensadores del marketing, no goza de un elevado prestigio. Apenas somos los ingeniosillos, divertidos y sorprendentes constructores de frases y “monitos” para que el público objetivo recuerde una marca o idea. Hasta hoy me dicen muchos al saber que soy publicista: “Ah! ¿Entonces eres bueno para el dibujo?”

La poca claridad acerca de nuestras competencias, áreas de desempeño y habilidades es un fenómeno que responde a varias causas, pero la responsabilidad de esta difusa y a veces equivocada imagen, es absolutamente nuestra.

Hemos cedido al falso y escueto glamour que nos ofrece una industria muy reducida, particular y egocéntrica. A cambio de trasnoches eternos, bajas remuneraciones, no cobro de horas extras –salvo pizzas, chelas, entradas a algo y una frase que alimente nuestro ego-, hemos renunciado sistemáticamente al derecho de formar o ser parte de un sindicato (para muchos sería rasca y desperfilador) que defienda nuestras condiciones laborales y salariales. Nos contentamos con una tarjeta con un cargo rimbombante y un logotipo conocido, que nos hace ver diferentes y a veces hasta nos vincula con famosos.

Respecto de lo académico, existen aproximadamente 15 escuelas de publicidad en Chile que imparten la carrera. Institutos y Universidades, en 2, 3, 4 y 5 años; con mallas curriculares que comparten poco o nada: marketing, mucho digital y nombre en inglés y un “taller de agencia”, cuya denominación varía dependiendo de la casa de estudios, pero básicamente es un una instancia que duplica las horas de una cátedra teórica y que nos reproduce lo que supuestamente será nuestra vida laboral futura en una agencia. Ya en esos primeros años, se introduce el valor de trasnochar y soportar el estrés consumiendo sustancias que nos desvelen, o nos hagan más creativos y nos haga partícipe de una competencia, que de resultar exitosa, nos otorgará un premio.

La verdad es que buscando ser distintos, hemos renunciado a ser profesionales de primer orden. Hemos vendido barato nuestro talento, esfuerzo y trabajo. Hemos hecho mal marketing de nosotros mismos: Reacuñamos nomenclaturas, sin renovar o profundizar contenidos. Buscamos reconocimiento antes que conocimiento y somos parte de una loca carrera llena de individualismo, inseguridad y soberbia, que nos ha dejado solos y nos ha hecho desechables.

¿Creen que exagero? Los desafío a que busquen en las grandes agencias, cuántos publicistas mayores de 50 años trabajan hoy en día. Encuentren a mayores de 55 que no sean los dueños o accionistas y que ganen lo que gana un profesional de otra área, en una empresa. Conversen con creativos premiados de más de 55 años y pregúntenles en qué están hoy.

Pareciera ser que no hemos sabido levantar la cabeza más allá de nuestro escritorio, no hemos tenido sentido comunitario, ni de gremio. No hemos colaborado con los demás. Nos hemos salvado solos y hemos ninguneado sin piedad ni remordimiento, el trabajo de nuestros colegas. Hemos sido miopes viviendo con euforia los años de gloria, pero no hemos previsto qué significará pasar de moda.

Por todo lo anterior, me permito disentir profundamente de quienes sostienen que el Colegio de Publicistas debió fundarse solo con los conocidos y con los premiados. Un Colegio Profesional no puede ni debe ser, un escenario con luces para algunos. Por el contrario, debe constituir un lugar de encuentro para todos y cada uno de quienes tienen el título, aún cuando no estén ejerciendo su profesión. Para ellos y con ellos, formamos esta Asociación Gremial. Lo hicimos pensando en la industria, en elevar su nivel, en colaborar, en contactar, en reconocer aportes de los mayores, en prestigiar la actividad y por sobre todo, en ponernos de acuerdo para establecer un código ético que nos separe del “todo vale” para ganar.

Ser miembro del Colegio de Publicistas es un sello de calidad; es un compromiso y una declaración de principios. Es haberse autoimpuesto una meta más alta que la que propone la sola obtención de un cartón. Es una forma clara de decir a la opinión pública que tenemos un rol social relevante, cual es el de encausar opiniones, conductas y políticas. Es hacerse cargo de la importancia de la ética en la comunicación persuasiva, para que sea un aporte a la comunidad y al bien común.

 

José Ramón Cárdenas Maturana
Publicista, Magister en Comunicación Estratégica UDP, Master en Dirección de Comunicación UPF
Director General Estratégico en Creanativa, Presidente del Colegio de Publicistas de Chile.